¿Qué es el acoso escolar, bullying y ciberbullying?
¡Oh, Oh! , parece que ir al colegio se ha convertido en una fuente de estrés para muchos niños/as y adolescentes, y las negativas a asistir, surgen como primeras estrategias para escapar y disminuir la tensión que genera lo que está ocurriendo en el centro educativo.
Las malas calificaciones, las dificultades en el aprendizaje y el déficit de atención se conocían como las principales causas de estrés infantil en los colegios. Sin embargo, en la actualidad se suma una nueva causa: El acoso escolar o bullying. Parece un problema nuevo, pero tristemente no es así, es algo que ocurre desde hace mucho y no solo en nuestro país. Un problema social que atenta contra los derechos fundamentales de los más jóvenes, un tipo de violencia horizontal capaz de generar en nuestros hijos/as secuelas para toda la vida.Por eso, queremos ayudarte a descubrir algunos aspectos claves sobre esta problemática.
Lo primero que todo padre o cuidador de un menor debe saber, es que el acoso escolar se caracteriza por actos concretos e intencionados que buscan causar un daño o mal, emitidos por el o los acosadores y que tienen forma de agresiones físicas, amenazas, desprecios, discriminaciones, vejaciones, coacciones, insultos, burlas o en el aislamiento deliberado de la víctima (marginación), de forma sostenida y repetida en el tiempo. Incluye una versión más reciente llamada ciberbullying que consiste en el acoso de una persona a otra por medio de las tecnologías interactivas como correo electrónico, mensajería instantánea con teléfonos móviles y redes sociales (facebook, Instagram, Twiter). Por éstas vía, el acoso toma forma de chantajes, vejaciones, insultos, humillaciones o uso de información dañina o difamatoria (publicación de videos o fotografías, usurpación de identidad).
Estos actos por lo general son una expresión de desequilibrio de poder ya sea por presión del grupo, mayor fortaleza o edad del acosador o por la existencia de rasgos o características diferentes en la víctima que, de algún modo, la coloca en situación de inferioridad frente al acosador (aspecto, forma de hablar o vestir, discapacidades, origen social, cultura, etc.).
Algunos comportamientos entre niños/as y adolescentes no necesariamente son señales de acoso, es importante destacar que para considerar estasacciones como acoso entre iguales es necesario que sean intencionadas, que el acosador quiera causar daño o malestar en el otro, y más importante, que tales acciones sean continuas y repetidas en el tiempo.
Aunque se requieran estos criterios para considerar la existencia de un acoso escolar, como adultos NO debemos minimizar el impacto de un puntual comportamiento agresivo entre niños/as y adolescentes, y olvidarnos del asunto si no cumple con los criterios previos. Recuerden que mucho es lo que no vemos. Nuestra ausencia en las continuas interacciones entre alumnos, nos prohíbe enterarnos de todo lo que realmente sucede. Por eso, debemos desarrollar una sensibilidad especial que nos permita detectar la existencia de un verdadero problema y, así, generar esfuerzos que alejen de los centros educativos la violencia, el maltrato y el acoso por el que pasan muchos alumnos.
¿Cómo detectar el acoso escolar?
Tanto en el ámbito educativo como en el ámbito familiar, se requiere de una actitud de atención y vigilancia permanente sobre los menores, con el fin de alertar sobre la posibilidad de un presunto acoso escolar, especialmente por parte de los padres. Por eso, aquí les dejamos algunas señales que permiten identificar si sus hijos/as están siendo víctimas de acoso:
1- Negativas a asistir a la escuela o instituto o uso de excusas para evitar asistir.
2- Caída drástica del rendimiento escolar.
3- Problemas de atención y concentración en clases.
4- Cambios en su carácter o estado de ánimo. Se ha vuelto triste, ansioso, irritable, introvertido, agresivo, nervioso, miedoso, callado, tímido.
5- Presencia de somatizaciones como dolor abdominal, cefaleas, mareos, alteraciones gastrointestinales, asfixias, temblores, palpitaciones…
6- Aislamiento y ausencia de amigos. No juega, no sale o permanece solo.
7- Alteraciones del sueño (pesadillas, despertares frecuentes de madrugada, despertar temprano, cansancio) y de la alimentación (pérdida de apetito, comer compulsivamente).
8- Pérdida de interés por cosas que antes disfrutaba. Abandono de aficiones e intereses.
9- Evidencias de maltrato físico como moretones, rotura de ropa, rasguños.
10- Desconfianza en las personas y en la amistad.
La evidencia de cualquiera de estas conductas descritas, debe conducir a la activación de acciones pertinentes para detectar si realmente es víctima de acoso escolar y para solventar y proteger al niño/a o adolescente que se halle en esta situación.
¿Qué podemos hacer? Prevención, detección y corrección.
Tendemos a pensar que es un problema en el que, su solución solo compete a la víctima, por lo que al intervenir nos limitamos a promover estrategias de defensa, mejora de la autoestima y de las habilidades sociales. Pero, aunque importante, estas acciones no son suficientes. La solución del acoso escolar también pasa por el o los acosadores e incluso por el resto del grupo que conoce muy bien la situación, pero a menudo calla o protege por temor a convertirse en víctima o para conseguir aceptación y popularidad.
Por eso, los esfuerzos para acabar con el acoso deben ir dirigidos a todas las personas que intervienen en el llamado “triángulo del acoso”: víctimas, acosadores y espectadores pasivos. De igual forma, la responsabilidad de que el acoso siga existiendo también recae en la comunidad educativa y en los padres, por ello es necesario acciones conjuntas dirigidas a estos tres actores (padres, alumnos y comunidad educativa) para verdaderamente promover la prevención, detección y corrección.
Algunas de las acciones conjuntas de atención son:
– Talleres de sensibilización dirigidos tanto a padres, profesores y alumnos para que estén preparados para estas situaciones.
– Talleres de detección dirigidos a padres y profesores para que puedan diferenciar “cosas de niños” de un problema de acoso escolar y para que sean vistos como figuras de confianza, cercanas y con buena disposición para ayudar al alumno en caso de sufrir o presenciar algún tipo de maltrato.
– Incluir en la oferta educativa asignaturas de educación emocional y social para promover en los alumnos el sentido de igualdad, respeto a la diversidad, empatía, generosidad, cooperación, compañerismo, autoestima, conciencia emocional, control de la impulsividad, etc. Programas educativos en habilidades comunicativas y sociales que permitan afrontar situaciones de conflicto en positivo.
– Atención psicológica individual para manejar los efectos del acoso. La psicología infantil tiene mucho que ofrecer en los casos de acoso escolar, sobre todo en la mejora del autoestima, seguridad y autoconfianza y en la adquisición de habilidades sociales y personales. Pincha aquí para ver las señales de que un niño/a o adolescente puede tener un problema psicológico que requiere atención de un profesional sanitario.
¡Actuemos! es hora de generar acciones comprometidas con la prevención, detección y corrección.
PSICOLE apuesta por ellas, ¡Únete!
Oriana Martínez Zapata
Psicóloga General Sanitaria
Nº colegiado M-28907
*Si quieres saber más del acoso escolar, recursos y sobre la atención telefónica que ofrece la Comunidad de Madrid, puedes pinchar aquí.